
En este sentido, la figura del mártir ha venido siendo la mayor
herramienta propagandística del cristianismo. Poco importaba que las
historias de estos mártires no fueran capaces de superar el más
elemental de los cuestionamientos críticos, la credulidad de los fieles
ya estaba ganada de antemano; la promesa de una placentera vida
ultraterrena en un paraíso celestial les tenía de tal manera
hipnotizados, que aquel que osara dudar públicamente de estas ilusiones
corría el riesgo de ser despedazado por la turba.
Después de mucho tiempo y muchos esfuerzos, el mesianismo es una cuestión profundamente arraigada en el inconsciente colectivo de la humanidad, y del que parece que ya es incapaz de prescindir a la hora de relacionarse con el mundo que le rodea. Del mismo modo que el judeocristianismo fue probablemente el heredero (la evolución) de mesianismos anteriores, el capitalismo es hoy el heredero del mesianismo judeocristiano, y por eso, como para éste, los medios utilizados siempre serán justificables por el fin buscado. La única diferencia entre el uno y el otro es, simplemente, que el capitalismo habría sustituido la prédica de un paraíso eterno en los cielos por la de un Mundo Feliz en la tierra. De cualquier modo, al tener objetivos tan similares (por igualmente absurdos), ambos habrían venido trabajando en equipo desde hace largo tiempo. Gracias a una alianza así, de no conseguir sus sueños de un modo, siempre les quedará la esperanza de conseguirlos del otro.
Después de mucho tiempo y muchos esfuerzos, el mesianismo es una cuestión profundamente arraigada en el inconsciente colectivo de la humanidad, y del que parece que ya es incapaz de prescindir a la hora de relacionarse con el mundo que le rodea. Del mismo modo que el judeocristianismo fue probablemente el heredero (la evolución) de mesianismos anteriores, el capitalismo es hoy el heredero del mesianismo judeocristiano, y por eso, como para éste, los medios utilizados siempre serán justificables por el fin buscado. La única diferencia entre el uno y el otro es, simplemente, que el capitalismo habría sustituido la prédica de un paraíso eterno en los cielos por la de un Mundo Feliz en la tierra. De cualquier modo, al tener objetivos tan similares (por igualmente absurdos), ambos habrían venido trabajando en equipo desde hace largo tiempo. Gracias a una alianza así, de no conseguir sus sueños de un modo, siempre les quedará la esperanza de conseguirlos del otro.
El Islam es una escisión del credo judeocristiano (es una religión
abrahámica) y, debido a eso, está empapada del mismo espíritu mesiánico;
esa es la razón de que haya conectado tan bien con el credo capitalista
(véanse las petromonarquías de los Emiratos Árabes Unidos). En este
sentido, toda pugna entre el judeocristianismo y el Islam tendrá
invariablemente un mismo resultado: el triunfo del mesianismo (algo
similar a lo que sucede en la pugna entre capitalismo y socialismo).

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