
Total, un Dios elitista: con Israel sí; con los egipcios no, por una sencilla explicación: éstos eran extraterrestres, y por tanto no iba nada con ellos. Tan es así que, lo que no había hecho Dios nunca a nadie, se lo hizo a los egipcios. Les hizo siete... y mil perrerías. Les envenenó el agua, les mató a niños --el más nombrado: el del Faraón--. Les envió plagas multinacionales. En fin, un Padre cabreado que la toma con los de fuera (Estados Unidos contra todos). Y si no era bastante, les monta un Huracán (Haarp) que casi termina con la casta egipcia. A día de hoy sólo han quedado las pirámides, como vestigio palpable de su paso por la Tierra, y nos maravillamos de lo poderosos y fanáticos constructores de pirámides que fueron y que tienen diseminadas por los cuatros ángulos del Universo. Su tecnología no les sirvió de nada y desaparecieron de la vista del Dios de Moisés. ¿Dónde fueron? Al interior de la Tierra, claro. Donde nos vamos a tener que cobijar la mayoría del pueblo, si estos Faraones políticos continúan así. Y estos egipcios, se supone, son los guardeses del secreto de las pirámides y del Verbo o Palabra de Dios. La misma que para ellos fue nefasta.¡Para que veáis!
Y aquí, entra la madre del cordero. ¿Por qué entonces se dejó caer en Intereconomía que Dios es también Dios de todo el Universo? ¿Es acaso con el propósito de enmienda o de poner sello y bandera vaticana en el espacio como ampliación de territorio y adosado, al modo de Pepiño Blanco?
En fin... todo un galimatías de más de 15.000 años y que vuelve a repetirse hoy en día. Si no miren bien como todo encaja en los tiempos actuales. Todo se repite... y ésto es para vomitar.