


Estando en la calle viendo el pasacalle de animales y personas, estando junto a una señora, ella y yo veíamos lo bien y hermosos que estan los animales. En un momento la señora se vuelve hacia mí y me comenta
__Pues me parece una vergüenza que los animales estén tan bien cuidados y nosostros, los mayores, estemos recluidos en asilos.
__Señora, lleva ud. mucha razón. El rincón dedicado a un animal bien podía dedicarse al padre o a la madre.
__me pregunta: ¿sabe us., que el viernes pasado en el pueblo de Benimaclet hicieron una misa a un perro que había muerto? me acerqué a dar el pésame cuando me dicen: __sí, era tan buen perro. mire ud., me quedé de piedra.
Un atisbo de congoja se asienta en su pecho; un diminuto pensamiento vuela como una paloma, de las que están pasando en este momento por nuestro lado, posándose en el recuerdo de su marido muerto hace varios años ya, dejándola con la incertidumbre de su internado en algún lugar fuera de su parecer y apetencia.
__¡Yo que he cuidado de hijos, marido, padres, suegros...!
La he dejado con sus amigas, y he venido a casa a escribir esta pequeña historia en el día a San Antoni del Porquet.
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