
Es natural, pensando, que todos los peldaños de la existencia de los analfabetos ciudadanos se suban con sudor y lágrimas. ¿Por qué? Porque hay que pagar a mucho escaño; a mucho político retirado con el ciento por ciento de subsidio; a mucho coche blindado de dediputados, senadores, ediles; a mucho escolta privado dedicados a los nombrados; a una iglesia que no quiere perder poder ante poderes públicos mundiales… Es decir, un colapso de gasto enorme, sin contar con el de la monarquía, porque para solicitar transparencia tenemos a Anasagasti, Iñaqui. A quien reconozco tener razón en su interés, que es el mío, de conocer dónde el monarca se gasta nuestro dinero y en cuánta cantidad le inflamos las arcas.
Me reconozco totalmente apolítico, aunque no lo parezca. Mi interés en conocer es proporcional al que anualmente me somete Hacienda cuando me pide transparencia a la hora de declarar lo que ya sabe que tengo. Por tanto no es anormal que quiera saber, cualquier persona, qué hacen aquellos que reciben, en euros, los dolores de espalda de los sangrantes ciudadanos: en peonadas.
Y una última obsesión en pregunta. ¿Cómo es posible o a qué obedece tengamos como dirigentes políticos a asesinos, pedófilos, miembros de las SS., afiliados o simpatizantes con grupos terroristas?
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